Discapacidad intelectual

El coeficiente de inteligencia (CI) fue introducido por primera vez por un psicólogo francés en un intento de identificar a los niños con discapacidades intelectuales para poder brindarles asistencia oportuna. Un coeficiente intelectual por debajo de 70 se considera ahora como uno de los criterios de diagnóstico de la discapacidad intelectual. La otra característica definitoria de la condición es la demostración de un comportamiento desadaptativo en la vida cotidiana. La discapacidad puede o no estar asociada con un trastorno sindrómico, que potencialmente puede detectarse antes del nacimiento. Por tanto, la detección del síndrome de Down se ha convertido en parte de la atención prenatal estándar en un gran número de países. El examen ofrece a las mujeres y / o sus parejas la oportunidad de decidir si deben mantener el embarazo ante las grandes probabilidades de dar a luz a niños altamente dependientes.

La discapacidad intelectual leve puede tener signos sutiles que solo se hacen evidentes en la adolescencia, mientras que los casos moderados o graves muchas veces se manifiestan como retrasos en el desarrollo en la primera infancia. Las evaluaciones de niños realizadas por profesionales pueden detectar problemas tempranos, como la imposibilidad de lograr hitos en las habilidades motoras y el desarrollo del lenguaje. Los padres a menudo también pueden notar que sus hijos tienen dificultades para hacer frente a las actividades de la vida diaria, por ejemplo, vestirse, ir al baño y alimentarse. Además, les resulta difícil participar en situaciones sociales significativas o currículos escolares ordinarios. Es de suma importancia buscar la ayuda oportuna de expertos, ya que una gran cantidad de condiciones pueden imitar la presentación de la discapacidad intelectual y cada una de ellas justifica diferentes intervenciones. Un diagnóstico diferencial común es el trastorno del espectro autista, que a veces coexiste con discapacidad intelectual.

Existen innumerables organizaciones dedicadas a la prestación de ayudas y servicios especializados a las personas con discapacidad intelectual. La condición es potencialmente susceptible de terapias que adoptan enfoques psicológicos, sociales, conductuales, cognitivos y familiares. Se muestra que generalmente se observan mejores resultados en los casos en que las intervenciones se prescriben temprano. Una amplia gama de empresas sociales tiene como objetivo emplear a las personas más sociables para que puedan interactuar con personas de todos los ámbitos de la vida en entornos relativamente seguros, aliviando así el estigma. Aquellos que son menos capaces de adaptarse a los cambios aún pueden encontrar oportunidades de trabajo en los talleres. Existen programas de rehabilitación para equiparlos con las habilidades para cuidarse a sí mismos. Las residencias con personal están disponibles para aquellos que necesitan asistencia constante para evitar daños corporales a ellos mismos oa otros. Los miembros de la familia también pueden beneficiarse de un apoyo dedicado, ya que podría ser estresante capacitar a las personas dependientes para que vivan al máximo.

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